Blogia
HISTORIAS DE LUZ

“EL CIELO NO ESTÁ TAN LEJOS DE TUS SUEÑOS”

“EL CIELO NO ESTÁ TAN LEJOS DE TUS SUEÑOS”
Estás agotado. Has recorrido un largo camino esa tarde, pero la ocasión lo merece. Hoy es un gran día. El gran día.
Al final de tus sueños estabas tú. Tal como eras hace 50 años. Llevabas todo ese tiempo recorriendo calles oscuras, antros de perversión, atracando bancos de sangre buscando la inmortalidad y amenazando a la gente a punta de pistola para que te diera una respuesta de la dirección hacia donde tenías que ir… y al final lo encontraste. Sólo que ahora eres más viejo, tu sombrero está arrugado y los zapatos no servirían ni para un caldo de película muda. Te miras despacio, recorres cada centímetro de tus facciones a cámara lenta. Estás iluminado por una luz lateral dorada que las dibuja a la perfección… miras a la derecha para saber de donde viene… pero el infinito no tiene dirección, no viene en las páginas amarillas. Tus mofletes colorados ahora hacen juego con el forro de tu americana de marca hecha de terciopelo azul, talla 46. Un día la viste. Estaba justo frente a ti. Fue allí, en ese centro comercial de rebajas de tu pequeña ciudad. Al final del pasillo, toda vestida de azul, y con el forro en color burdeos. La miraste, te miró, y en ese momento lo supiste: estabáis predestinados. Te acercas despacio, otro la mira en el camino, y tú cierras los ojos y deseas que no se fije en ella. Ha funcionado, pasa de largo. Cuanto más cerca estás, más emocionado te pones. Y el rojo de su forro se va reflejando poco a poco en tus mofletes que toman vida. Ya estás delante de ella, tocas la manga, y sientes su aterciopelada piel… “Perdone señorita –susurras tímidamente- está usted muy guapa vestida de azul…” “¿ah sí? ¿y para eso se ha acercado hasta aquí y me ha cogido por el brazo?””No… nooo… es que… se le ve la ropa interior, el forro vamos…” Ella ruborizada estira su falda y guía al sujetador de puntilla color burdeos hacia el interior de su camisa, llevándose consigo tu mirada hasta lo más profundo de sus entrañas. “Gracias… cualquier otro se habría dedicado a mirar todo lo que le hubiera sido posible…” “Bueno, yo no digo que no lo haya hecho…””¡¿De verdad?!… No importa –dice ella mientras baja un poco la cabeza y le sonríe buscando su mirada por debajo del sombrero- me gusta su franqueza””¿Puedo invitarla a un café?””Pero si nos acabamos de conocer… tal vez sea una mala chica…””Bueno… yo soy un buen muchacho… nací aquí, aunque ahora vivo lejos… ¿y usted?, nunca la había visto…””Vaya… ya no me recuerdas… yo nunca te habría olvidado… Me hiciste unas fotos hace muchos años… yo tenía 9 y tú 19… y luego 12 y tú 22… y entonces preparaste las maletas, cogiste tu Nikon y te fuiste a buscar tus sueños a otro lugar… me enteré por Belén“. Él no sabía donde meterse… acababa de reconocer a la niña que cuidaba su hermana, aquella niña tímida y pecotosa a la que le hizo sus primeras fotos en un festival de fin de curso de una compañía de danza y luego otras años más tarde, con su hermano, cuando este comulgó… “¿Cristina? Dios mío… estás tan cambiada… tan… tan… “”¿tan qué?””tan guapa”. Ahora era ella la que tenía las mejillas sonrosadas… “Vaya…””Es verdad, no es por quedar bien, en serio”.”¿Y a qué te dedicas ahora?””Soy realizador, fotógrafo, poeta… bueno, dejémoslo en contador de historias… o mejor: soñador””¿Y con qué sueña don Soñador?””Eso te costará un café… no creas desnudo mi alma tan fácilmente”
Todavía tienes en tus labios el sabor de aquella tarde de fin de verano… el café compartido y sus dulces sonrisas, que tras mojarlas en el chocolate de ella volvían a tu boca. No pasó nada esa tarde… no pasó nada nunca. Pero siempre te acompañó el brillo de aquellos ojos entre miel y hierbabuena iluminados por el último rayo de luz dorado que venía desde la derecha, desde el infinito, y hacía que aquel rostro de ángel flotase entre la oscuridad que ya se había adueñado de la terraza donde compartiais recuerdos, risas y los labios.. los labios de un pitillo. Tras de ti 25 años de camino. Nunca imaginaste que ese sería tu destino.
Ahora ves las luces de Hollywood rodeándote y suena buen jazz de fondo. Tu sombrero gris de corte americano está nuevo. Los zapatos blancos y negros estilo años 20 se asoman tímidamente por debajo de los vaqueros. Vuelven a bailar claqué llevándote por toda la plaza, saltando agarrado a las farolas. Vuelven a estar vivos, como tú, como el día que rodaste el vídeo del bosque mágico lleno de seres que nacieron en tu cabecita-cabezota. Siempre fuiste perfeccionista y tozudo, destacabas y habrías sido un genio… o eso decían… pero algo fallaba… te mataba dar el último paso. Hoy por fin lo has dado. Has llegado a donde tenías que llegar, y estás pleno y sonriente, incluso moreno de piel, aunque sólo sea por los desayunos con sol y un buen libro en las terrazas de Barcelona. No sabes qué sentir, ni cómo te sientes. Así que sacas tu compañera inseparable, tu Moleskine de forro negro de cuero, donde apuntaste todo lo que te iba sucediendo en la búsqueda, en el camino… y lo relees en un minuto exacto para intentar comportarte como habías soñado hacerlo cuando encontrases tu sueño. Y en ese minuto pasa tu vida por delante, todos tus amigos, tu familia, tus errores y aciertos, tus sonrisas y lamentos…
“¿Quién es?””No sé… creo que nació aquí… parecía un buen hombre… aunque daba la sensación de estar algo solo””Pero… ¿que hacía delante de este escaparate?”-pregunta el policía que acaba de llegar a la plaza-”Ni idea… supongo que estaría mirándose en el espejo” -responde la chica rubia de ojos claros, con el pelo corto en cascada que le tapa la mitad del rostro- ”¿Y usted quién es?””Es mi nieta” -responde una bella anciana- ”Le han encontrado ustedes ¿no?””Sí…” -balbucea la mujer, mientras una lágrima de un extraño tono entre miel y hierbabuena se hace camino entre la pecas para llegar a sus mejillas sonrojadas donde morirá aplastada por una manga de terciopelo azul- “Lo siento pero tengo que hacer un informe… dénme sus datos por favor”… “Yo soy Cristina, vivo aquí y tengo 72… y él ahora cumpliría los 82. De profesión: soñador; su sueño: morir con una sonrisa y una libreta en la mano. Y veo que el muy cabezota al final lo ha conseguido.”

0 comentarios