LA ISLA DE AETALAG... DONDE TODO COBRA SENTIDO. (II)
Intenté escribir algo en el ordenador, pero no me nace
es tan frío. Así que cogí mi libreta y mi boli
y todo empezó a fluir
porque las historias de amor, del tipo que sean, tienen que escribirse, no teclearse
y este es un amor, no sé de que tipo, pero sincero.
Tal vez nunca obtenga respuesta, pero también Bécquer tuvo amores imposibles, platónicos, sólo de pluma nunca consumados sino en su imaginación, en sus poemas.
Y me parece un gesto tan bonito, que no creo que pueda ofender a nadie. Tal vez me equivoque, pero soy humano y sincero, y sinceramente humano. Y no sé porque he empezado a escribir esto, pero no me gusta ahogar mis sentimientos, ni tampoco encerrarlos. Me sentiría como si lo hiciese con mis hijos, esos que no tengo. Y tal vez sea un suicidio, o tal vez todos juntos, pero tendré que correr ese riesgo porque el que no se arriesga no cruza la mar y yo un 30 de Agosto llegué a su isla.
Tal vez nunca obtenga respuesta, pero también Bécquer tuvo amores imposibles, platónicos, sólo de pluma nunca consumados sino en su imaginación, en sus poemas.
Y me parece un gesto tan bonito, que no creo que pueda ofender a nadie. Tal vez me equivoque, pero soy humano y sincero, y sinceramente humano. Y no sé porque he empezado a escribir esto, pero no me gusta ahogar mis sentimientos, ni tampoco encerrarlos. Me sentiría como si lo hiciese con mis hijos, esos que no tengo. Y tal vez sea un suicidio, o tal vez todos juntos, pero tendré que correr ese riesgo porque el que no se arriesga no cruza la mar y yo un 30 de Agosto llegué a su isla.
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